junio 13, 2009

Un Mundo

Y de pronto no hacen falta palabras para decir lo que pasa alrededor, las miradas se vuelven palabras y junto con los gestos forman oraciones que transmiten más que las palabras con las que nos referimos normalmente no solo al mundo sino también a los que sentimos, a esos sentimientos a los que las palabras les quedan cortas. Nuestro lenguaje hablado no es el mismo, pero con este nuevo lenguaje de miradas y gestos el diálogo es inacabable. Pero qué desata esto? El estar al mismo tiempo lejos y cerca de mi; cerca de lo que quiero ser (y hacer) lejos de lo que siempre he sido. El nombre de la comunidad no importa, así como muchas cosas al llegar aquí han dejado de serlo. Es un lugar en donde el tiempo parece no pasar, pero cada vez que vuelvo es totalmente distinto. Estando acá, todo cobra sentido. El seguir siendo congruente, el ser consciente de que las cosas no están bien y el seguir trabajando para que lo estén; pero no solo para "ellos", "los otros", sino también para nosotros, que somos los que al final estamos más inmersos en este sistema que para avanzar tiene que destruir.


Texto por María Macgregor
Imágenes por Ana Zárak