septiembre 05, 2008

“¿Por qué no todas las víctimas son escuchadas?”


La marcha contra la delincuencia que se llevó a cabo el sábado 30 de Agosto del presente año, despierta mucho en la gente, la despierta para imaginar algo mejor, para mentirse un poco, para tener bunas intenciones, para exigir algo diferente, para pasearse por Reforma, para sacar enojos, para salir en una revista de sociales, para sentirse escuchada, y tal vez, para ser escuchada. Los motivos para asistir a ésta marcha al parecer fueron muchos, algunos de ellos serán abiertamente reconocidos, otros ocultados, y algunos otros, gritados.

En el trayecto al paseo de la Reforma se observaba, intermitentemente, gente caminando por la calle vestida de blanco, en el interior del metro se notaban muchos más, como un banco de peces.

Para un sábado en la tarde, el transporte subterráneo se encuentra mucho más lleno de lo normal, estábamos hasta un poco apretados, como si el tráfico se hubiera transportado al metro; parecía un día de tour protagonizado por gente de blanco, una curiosa vuelta en el metro, los demás, los que no iban de blanco, eran cotidianos. Había caras orgullosas, que aparentemente celebraban haberse evitado la complicación de llegar al centro en coche, al mismo tiempo, caras nerviosas que parecían nunca haber estado en el subterráneo; muéganos blancos pasaban por las estaciones y los vagones, y se bajaban dependiendo el lugar donde pretendían alcanzar la marcha.

Al nivel de la Diana se empezaba a juntar la gente, y más adelante, la congregación se hacia estable; algunas personas volteaban a ver a sus alrededores como esperando ver a algún conocido, algunas otras, como juzgando la forma en la que ibas vestido, pocas personas llevaban carteles.

Adentrados en la marcha los rasgos raciales contrastaban y se mezclaban, algunas prendas blancas venían de marcas de diseñador y algunas otras eran de origen promocional, aunque no la mayoría. Había playeras que perecía, habían sido hechas especialmente para la marcha, algunas mostraban rostros de personas, otras, frases contra la delincuencia o nombres de movimientos ciudadanos. En los pocos carteles que aparecieron, se notaban más fotos y frases extensas, cuando no había imágenes, las frases eran cortas, muchas incluían palabras que implicaban muerte o asesinato, a veces, una muy probable víctima colateral era la que cargaba el cartel, pero en otras ocasiones, el portador parecía querer ser el victimario.

En movimiento, poca gente trataba de leer las mantas, pero cuando éstas se paraban en las glorietas de la avenida, las personas no podían evitar voltear a verlas y pasear sus ojos por ellas, tratando de entender lo que sus palabras expresaban, algunas voces decían que no estaba permitido llevar mantas, otras palmas aplaudían al pasar.

Toda la calle caminaba en dirección al zócalo, en el Caballito todos daban vuelta a la derecha y el espacio para caminar era cada vez menor. En Madero, la situación era más dificil, la gente trataba de caminar entre “México Seguro” y un clandestino “México Justo”. El himno intervino en esos lares y más de la mitad de la gente lo cantaba, sin embargo, no todos lo hacían. Para salir de esa última cuadra la espera fue larga y los apretones fueron muy evidentes.

En el Zócalo la concurrencia ya no era tanta, los espacios para respirar eran amplios, y el lugar para mostrar las mantas, y que la gente se acercara a contemplarlas, era idoneo. Algunos opinaban, uno en específico trataba de obstruir las leyendas, los fotografos se acercaban y trataban de esquivar al intruso, las palabras fuertes brotaron al aire y la gente abucheaba, el intruso se perdió. Más gente nos leyó, la noche era cada vez más y el cansancio nos hizo caminar, observamos a los dansantes y regresamos al metro.


“¡Son muchas las víctimas!, ¿Por qué solo algunas son escuchadas?”
Jorge Gordillo Matalí.
Miembro del MNPC


“¿Por qué no todas las víctimas son escuchadas?”

No todos, claro, vienen poseídos por el espíritu de Hammurabi. Ana, Gabriel, Daniel, María, Francisco y Guillermo, todos estudiantes de la Universidad Iberoamericana, cargan una manta que dice: “Son muchas las víctimas. ¿Por qué sólo algunas son escuchadas?”
“Venimos a representar a aquellos que no tienen poder mediático”, dice uno de ellos. Y entre todos hablan de las dos conductoras triquis de una radio comunitaria, de las comunidades chiapanecas, de las muertas de Ciudad Juárez. “No queremos menospreciar a nadie, pero ¿quién marchó por las triquis”.

La Jornada
Arturo Cano
Decenas de miles corean en el Zócalo el reclamo: “¡si no pueden, renuncien!”
D
omingo 31 de agosto de 2008

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